Un lord británico me llama la atención sobre cuán injustos fueron los medios españoles al criticar al presidente Zapatero por usar un avión oficial para ir a pasar el fin de semana del 23 de julio a Londres con su familia. «En verdad» me señala «la visita tuvo gran trascendencia política. El resultado se vio en menos de una semana».
Al parecer, el conde de Casa Miranda, embajador de España en Londres, tuvo la buena idea de pasear al presidente del Gobierno por Londres. Así le enseñaba el cochazo último modelo con el que había sustituido esa antigualla digna de una colección regia con la matrícula «SPA1N» con el que la legación se dotó en los reprobables tiempos de Fraga. Iba Casa Miranda señalando edificios y monumentos a izquierda y derecha cuando al pasar junto al Parlamento el presidente pidió parar y estirar las piernas entre los manifestantes anti guerra de Irak que allí moran, incansables. «¡Qué talante! Chicos como estos fueron los que movilizaron España en 2003, Carlos» se regocijaba el presidente ante el embajador. «Lástima que se reúnan al lado de la estatua de ese carca imperialista...» dijo en referencia a la efigie de Churchill que llena ese jardín. Casa Miranda encontró entonces la oportunidad de complacer al jefe. «No es la única, presidente. También hay uno de los nuestros...» «¿Quién? ¿Aquél?» preguntó ZP señalando unos metros más allá. «No. Ése es Ricardo Corazón de León. El nuestro es el de la izquierda: Oliver Cromwell». «¿Cromwell? Ése sí que era un progresista ¿no?» inquirió ZP. La pregunta dio al embajador la ocasión de lucirse. «Sí, presidente. Cromwell era miembro del Parlamento por Cambridge cuando en 1642 estalló la guerra civil entre los realistas de Carlos I y los hombres de Cromwell. En 1645 el ejército rebelde se impuso y el 30 de enero de 1649 ejecutó al Rey y proclamó la República». «¡Que tío!» alcanzó a intercalar ZP. Pero Casa Miranda logró terminar su breve perfil de Cromwell: «El vencedor se proclamó Lord Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda y libró otras dos guerras para someter a los católicos irlandeses y a los monárquicos escoceses. En 1653, Cromwell disolvió el Parlamento y gobernó como dictador hasta su muerte en 1658, con más poderes de los que nunca tuvo el Rey». ZP guardó silencio. Al fin preguntó: «¿Fue un dictador?» El embajador intentó explicarle que las dificultades a las que tuvo que hacer frente Cromwell justificaban la dictadura. «Y pese a ser un dictador que libró una guerra civil y ejecutó al Rey ¿tiene un monumento en este país monárquico?» Ahora fue Casa Miranda el que guardó silencio.
Cinco días después, el Consejo de Ministros, en lugar de aprobar la prevista «Ley de la Memoria Histórica» legislaba sobre la «Extensión de Derechos a los Afectados por la Guerra Civil y la Dictadura». Qué bueno es viajar...
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