viernes, febrero 22, 2008

Andrés Ibáñez, mi crítico literario preferido

«Puede que Andrés Ibáñez sea el escritor más importante de su generación.»(José Mª Pozuelo Yvancos, ABC)

Andrés Ibáñez nació en Madrid en 1961. Una madre formada en la URSS y un padre enamorado de Inglaterra marcan de forma definitiva el cariz de sus intereses: las artes y las letras, pero especialmente la música clásica y la literatura inglesa. Estudia música con la idea de dedicarse a la composición hasta que, en una crisis existencial, abandona el Conservatorio y comienza a tocar jazz. Estudia Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid y, mientras, toca jazz en los clubs de la ciudad. Tras un viaje a la India, que le marca profundamente, en 1989 se marcha a vivir a Nueva York, donde escribirá varias obras teatrales que se estrenan en el circuito Off Off Broadway. Allí termina su primera novela, La música del mundo, publicada en 1995 por Seix Barral, y que le haría merecedor del Premio Ojo Crítico de Narrativa de RNE. Esta obra fue saludada por la crítica como una de las grandes revelaciones de la novelística de su generación.

Muy pocas veces una primera novela descubre y consagra a un autor. La música del mundo situó a Andrés Ibáñez entre las voces más importantes de la narrativa hispánica actual. La crítica reconoció en su debut literario su asombrosa capacidad para crear un universo insólito, su erudición y eficaz sentido del humor, su imaginación desbordante y el riquísimo entramado de una prosa de cualidades tan pictóricas como musicales; características, todas ellas, que hoy le definen como escritor.

Tras su regreso a España, Ibáñez publica la novela El mundo en la Era de Varick (Siruela, 1999), ambientada en Nueva York y en el mundo paralelo de Demonia, particular homenaje de su autor a Ada o el ardor, de Nabokov. La publicación, en 2005, de La sombra del pájaro lira (Seix Barral), confirmó su condición de pieza clave dentro de la nueva narrativa española, y lo convirtió en un autor de culto entre una nueva generación de lectores. Sinopsis de la obra

Sus obras han sido traducidas con gran éxito al francés, al alemán y al holandés.
El perfume del cardamomo, volumen de cuentos chinos, fue distinguido con el premio NH de Relatos inéditos en el año 2003. En su faceta como crítico, fue merecedor del Premio Bartolomé March por su reseña de la novela Mason & Dixon, de Thomas Pynchon. Ha colaborado en el suplemento Babelia (El País), y actualmente es crítico habitual del
ABCD de las Artes y las Letras, donde publica semanalmente su columna «Comunicados de la tortuga celeste».

Sigo su hebdomadaria sección "Comunicados de la tortuga celeste" desde la que Ibáñez escruta la neorealidad circundante y nos la disecciona con suma maestría desplegando siempre un gran discurso, imaginativo y creativo (jodido pareado). Quede aquí como muestra de ello, su última columna "Puedes hacer lo que quieras" innegable muestra de su gran talento. La copipego entera porque seguro que acaban quitándola del servidor y no puedo dejar que se pierda para siempre. Espero sentado vuestros comentarios:


PUEDES HACER LO QUE QUIERAS

Algún día estarás muerto y ya no podrás hacer nada, al menos en este mundo, y hubo una época, hace años, antes del momento de tu nacimiento, en que no estabas aún en este mundo, no estabas vivo, y entonces no podías hacer nada (al menos en este mundo), pero ahora estás vivo, puedes hacer lo que quieras. Tienes límites: no tienes alas, no puedes volar, no puedes respirar debajo del agua, pero esos límites no son realmente carencias, sino tu forma, tu forma humana. Es cierto que no puedes volar, ni atravesar las paredes, ni mover los objetos a voluntad, es cierto que cosas que son mucho más fáciles, o que al menos son posibles para otros, a ti te parecen imposibles o casi imposibles (lograr el amor de un cierto hombre o de una cierta mujer, escribir un libro, tener un hijo, dejar el alcohol), pero siempre hay cosas que puedes hacer y que no haces.

Puedes tomar decisiones. Puedes cambiar cosas. Siempre puedes cambiar cosas, buscar, cambiar, siempre, aunque estés encerrado en el corredor de la muerte, porque estás vivo y puedes hacer lo que quieras. Siempre piensas, por puro hábito retórico, en situaciones límites: en volar, en ser inmortal, en estar encerrado en una prisión. Cualquier cosa con tal de evitar pensar en tu situación real, en la situación en la que estás ahora mismo.

Todos los hombres. Pero no pienses en los otros, no pienses en esos ejemplos meramente teóricos. Piensa en ti, en tu situación actual. Te sientes atrapado. Sientes que es imposible lograr lo que deseas, que todo ha sido ya decidido. Estás vivo, pero estás viviendo como si estuvieras muerto, o como si estuvieras muriendo, o como si tu muerte estuviera próxima. Pero estás vivo, y aunque te resulte extraño pensarlo, puedes hacer lo que quieras.

La humanidad, de la que habrás oído hablar, las grandes civilizaciones, los grandes emperadores y reyes del pasado, las grandes batallas, las gestas, los descubrimientos, las hazañas y las conquistas, nada de eso existe. No existen ni César ni Alejandro, ni los 300 de las Termópilas. No existen los egipcios ni Moisés, no existen Galileo ni Copérnico. Existes tú. Tú eres la civilización. Tú eres la humanidad. Eres todos los hombres. Eres quien está vivo. Los otros no están vivos. Alejandro no está vivo. Bach no está vivo, y no puede hacer nada. Tú sí. Estás vivo, y puedes hacer lo que quieras.

Estás vivo ahora, y durante un breve espacio de tiempo. Es breve si lo comparamos con la vida de las estrellas, pero nosotros lo vivimos como un tiempo interminable, como largas tardes, como largas noches, como largos viajes, como largas esperas, como largas esperas, porque siempre estamos esperando. Esperando a que llegue, esperando a que termine, esperando a que empiece. Nuestro aburrimiento es un escándalo. ¿Cómo podría ayudarnos nuestra alma cuando estamos aburridos? Ella no comprende esos sentimientos nuestros.

Sueños de máquinas. Hemos descendido aquí para vivir una aventura pero no la vivimos, estamos aburridos, estamos esperando, estamos desanimados. Nada es como deseábamos. Entramos en una época en la que será cada vez más difícil sentir que estamos vivos. La vida de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y de nuestra imaginación entra en el terreno de la fantasía y del sueño de las máquinas. Nos estamos convirtiendo en sueños de máquinas y estamos dejando que nuestra vida se convierta en vida virtual. Pero esta nueva dificultad no es más que una forma nueva del sueño en que siempre hemos vivido. La revolución cibernética no hace sino revelarnos con toda la crudeza de una caja de metal llena de resplandores eléctricos, que vivimos una vida pasiva y que dejamos pasar los días como si estuviéramos muertos, sin ser capaces de recordar que estamos vivos y podemos hacer lo que queramos.

Algunos han llegado a sospechar que quizá no estemos vivos, que quizá nuestra vida no sea otra cosa que la suma de sueños y recuerdos de lo que éramos cuando estábamos vivos. Eso explicaría esa cualidad de irrealidad y de sueño que tiene a menudo nuestra existencia. Pero no es cierto, no estamos muertos aunque vivimos como si lo estuviéramos. Estamos vivos, podemos hacer lo que queramos. Entonces, ¿qué te detiene? ¿Qué me detiene? ¿Por qué no actúo? ¿Por qué no tomas las riendas de tu vida? Te posee una curiosa pereza, una extraña lasitud. No te das cuenta de que estás vivo y puedes hacer lo que quieras.

Diccionario de los Soprano Andrés Ibáñez

Crítica literaria (en la que es un verdadero maestro) de Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer / Entrevistas breves con hombres repulsivos de David Foster Wallace

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...