Con el pecho fuera como un supermán de veintitantos kilates
Desde pequeño, habías pasado ante los cuarteles escupiendo y de niño huías al ver el rostro fiero de aquellos individuos con bigotes y estrellas postizas en el cráneo y una vez soñaste que las estrellas del cielo bajaban y le arrancaban a aquellos señores uniformados sus estrellas metálicas.
Te asustaban sus voces gruesas, los pelotones que caminaban pisando, cruelmente, globos, flores, senos, guitarras eléctricas y la palabra que tú oíste gritar a los cinco años a un individuo esposado
Te llenabas de frío cuando cada año ibas timidamente a solicitar un aplazamiento más, temblabas al entrar en el cuartel y ver las caras ausentes de personalidad de los muchachos que vestían uniformes despersonalizados y sacaban de sus bolsillos calendarios, en que tenían tachados, día tras día de cumplimiento, al oir los aullidos helados de algún individuo con galones de plástico ante el muchacho pálido, firmes, quieto como un pelele, todo por la patria y tú mirabas al cielo
No tuviste defensa y te pusieron aquella horrorosa ropa grande, te leyeron aquello de que te fusilarían si huías, quisiste echar a correr cuando te dieron aquel fusil y añadieron seriamente que era tu mejor amigo
Babearonsobre ti fétidas palabrasde misil calabozofirmeshijodeputacañónantiaéreo
Y tú las absorbistes del suelo con la lengua, ejercitaste el tiro con bayoneta contra corazones de plástico mientras el cura sonreía beatíficamente bendiciendo cada tiro certero al corazón
Y hacía que salieses a la calle con las insignias y el cinto de dar latigazos a los niños y con el pecho fuera como un supermán de ventitantos años
Cuando aquella tarde saliste con la cartilla entre los dientes notabas emponzoñado tu cerebro, apenas pudiste hacer un corte de mangas, la intuición de otra irrevocable marca se sujetaba para siempre a la frente, otra más a la larga lista de ventitantos años golpeados por diferentes guantes
Que veías nitidamente mientras ingerías alcohol y te agarrabas a los pechos grandes de la puta que se reía a carcajadas cuando tú le preguntabas si sus dos tetas eran dos condecoraciones.
Xaime Noguerol -Extraños en el escaparate
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